LOS POEMAS

Los dones previsibles

VIII

Me han quitado la sombra
el canto de los pájaros
la bienamada sombra de las alas
tutela dulce
a mi dolida resistencia.
Otras voces requiebran sus agujas
en la reminisencia de la piedra.

Pero el oído escucha
y el ojo y la piel
tienen su voz secreta
su táctil llamarada
me devuelve el sentido
y hay un severo manantial
de paredes poderosas
dentro de mis más hondo manantial
donde
todo lo que en el aire vibra
o huele o fulge o agoniza
me nutre y se filtra y se acentúa.

X

Hubo una vez...
El amor enmudeció
los recintos de la memoria.
Él
era de las tristes partidas
de la última gota
y fue escanciado en mi vaso.

En el cauce verdadero
su palabra rodaba
anticipando una mañana sutil.

Yo era el río
mi amado
era el dios joven y el auriga.
Yo era el látigo.

La vibración del aire
entre los abedules
hacía mal a sus oídos
fustigar la mariposa - me dijo una vez -
va contra las leyes de la estética.

Datos para un dibujo

 Enfrente
- hay que considerar mi punto de vista -
a un costado
como quien
mira hacia el mar...
este es un mapa
construido al desgaire.
Enfrente, - como les decía -
hay un mauseoleo de nichos hormigueantes.

En las paredes
solas de mi casa
- uno le llama casa
a quien lo contiene -.
En esta, mi casa
desde sus paredes iracundas
me miran a los ojos
los parientes cercanos.

El tigre desde su marco
habla a mi pensamiento
y saca las uñas.
Otro retrato de familia
es un ombú.

De tarde en tarde
suelo asomarme a la ventana
para disipar el estío interior
en el reverbero conocido
quiero explicarme...

Ocurre que siempre me gustó
jugar a los jardines
alguna vez...

Alguna planta habrá - coincidimos

que armonice con nuestro deseo
no advertimos
que era sólo un deseo
para homenajear a la primavera:

Un arbusto de hibiscus,
una trinchera de maitenes temblorosos
o verdes agujas cimeras
entrelazando nidos
y un prado
de golondrinas transparentes.

Los postulados
no siempre se cumplen.

Me resigno.
Sin conceder piedad a los recuerdos
me asomo a esta pequeña ventana
y entono con los niños
un canto de aquilejias.

A un costado de la tarde
hay un mauseleo
de nichos hormigueantes
a la vista y paciencia
de los vecinos indiferentes.


Cátedra de aterrizaje


locación:

-pelluhue.litoraldelmaule-
-27feb.dosmildiezveces
amaneciendobajolamar-
:
La suave brisa nos contiene,
lentos y amarillos,
sobrinos de una catástrofe:
cobijos de la mar y su pescada
nos hicieron bolsa de arena y basura:
fugaz pigmento en la escapada
nos temblaron las rocas lunares.

La mano del mar lo sublima.


Una dignidad parida con sangre,

un hombre flotante apareciendo de lejos
un gris reojo por los botes sobrevivientes
un amanecer mezclado con arena y ron:

Llamas y vengo rezando de mentira

Ojos piadosos son llamas no cruces:
Carnadas y manos sacudiendo la arena:
Pez sol durmiendo sobre las camas:
Cangrejo ebrio cortando alambradas:
Lágrima de sangre subiendo por el pecho:

Maniobra sutil de hombre piadoso

Amanecer patipelado en fogata de cerro
Rompimos en llanto por cada escombro
Con un tibio paisaje como recuerdo.
:
(Umbrías regiones ahorcadas
en destrozados indios litorales
fusilados con fuego tormento
en el amanecer de la conquista oscura
antes de la pesadilla de la república
antes del salvaje animal que escarba)

(La naturaleza

no es tan mala como el hombre
hay círculos en los lagos
ciruelas en los caminos
sobrias habitaciones de poetas
no tan malos como el hombre)

(Soñé un pedazo de bosque entre los dientes

soñé tajada de abeto roble y muchas lágrimas
y una gran arcada por el tóxico alumbramiento
del humus:
químico bienestar de la república celulosa
entrando lentamente al óxido,
con clara sobredosis de veneno.

Crimen azul y amarillo

en la mirada de nuestras abejas)
:
Resistencia es la acción,
resistencia nuestra boca:
la frágil república cadáver,
con su carne faenada en terremotos.
¿Nos sentamos en la misma mesa?
O en definitiva el frío nos divide
y la espuma del mar en las lágrimas
y la hoja resistencia de la imagen
y la canción triste de las caletas
y el oscuro tiempo de los fusileros
(sobrinos de embajadores,
apuntándote a la cabeza)

Quién limpió el vómito de la casta social?

Quién cargó el hábito manchado del sirviente,
la costra oscura de sus manos,
quién se alimentó bajo la alfombra,
y le sangraron las rodillas arrastrándose
por clemencia?

Hay un fragmento que queremos escarbar,

escuchar voces en el oleaje, peces nadando
hacia un reloj azul: ay, arrase de nuestra
vida material, ay, pesado reino de la arena,
cochayuyos y hembras gloriosas de escama
brillante: de rodillas, como antiguo testigo de dios,
cancerbero de letras o enemigo de la química,
viramos a perfil de gaviota ante el amanecer,
con un cangrejo rojo caminando hacia las estatuas,
a picotear el silencio nacional de los gobernados.

(Epílogo)


El memorial de los abuelos

es la bitácora del aprendizaje.
La cátedra de aterrizaje.

Ahora,

un rastro,
sólo un rastro,
en el sol que se va.

Ahora el silencio,

y nosotros el diluvio y todas las palabras.
Finalmente, brotaron verduras,
agiles y rosadas, amarillas, sutiles y azules.
El reloj del cielo amaneció y nació un vino,
rojo y nuevo como sangre de ojo y boca,
uteroso como el vientre del mar, pulposo,
como entraña de madre y reina pez.
Una sola copa es el silencio que tuvimos.


Y entonces levantamos estatuas, esculturas líricas,

oníricas y cláricas, fabulosas y marítimas,
faros de luz en la espesura del litoral,
rastros de nuestro hermoso esqueleto de amor.

Valparaíso Vintage


la romería de los cuerpos secuestrados

la podrida bodega de los barcos de la Sudamericana
la ácida bota subiendo por la costilla
la culata mercurio rompiendo jetas
cada aliento cada respiro era tortura
cada movimiento en falso tortura
cada botella de vino tortura
cada suave mañana era en realidad tortura
la fábrica en llamas
los barcos sobre el mar
el allanamiento del vientre
tortura y muerte

(los cuerpos fueron envasados por el agua

volviendo a ser olas temporales de litoral
almas geométricas de la fotosíntesis)

los barcos materiales siguieron navegando


los marineros siguieron en guerra


 nos dijeron “capítulo cerrado”